Hoy he visto esta reseña de un libro con un titulo que me ha llamado poderosamente la atención: The Importance of Understanding Cultural Differences.
Es realmente algo que llevo viviendo desde que me vine aquí.
Estoy en EE.UU. pero trabajando para el mercado latinoamericano, en una cuidad más latina que americana, con empleados predominantemente latinos (bien de nacimiento, bien de familia), aunque hay algún que otro gringo. El jefe es norirlandés, la directora financiera inglesa, el comercial danés, … En el Comité de Dirección somos ocho personas y hemos nacido en seis países diferentes.
Estamos fusionando una empresa eminentemente latina creada en Miami por cubanoamericanos, con una empresa danesa, e integrando ambas en una multinacional británica, que nos sitúa en la división de EMEALA cuyo DG es español (vasco para más señas).
A estas alturas del partido (después de casi dos años aquí), ya no necesito ningún libro que venga a contarme que culturalmente esto es un coctel imposible (yo diría casi un experimento sociológico), pero si este libro (u otro similar) hubiera caído en mis manos hace dos años, creo que me habría ahorrado algunos dolores de cabeza y mucho tiempo.
Porque aparte de los tópicos nacionales, puedo asegurar que cada nacionalidad tiene unos marcados rasgos culturales a la hora de plantearse las situaciones laborales, y que se producen frecuentemente encontronazos y desacuerdos no por el fondo, sino porque no nos entendemos a pesar de hablar el mismo idioma. Esta diversidad puede enriquecer si se está abierto a escuchar y entender, pero puede suponer una barrera casi imposible de superar si no es así. Y normalmente somos bastante cerrados a entender a los demás, sobre todo si «son diferentes».
Y no es que unos sean ni mejores ni peores, sólo somos diferentes. Y tener esa sensibilidad es algo que, más que recomendable, resulta ya absolutamente necesario en el mundo cada vez más globalizado en el que nos movemos profesionalmente.
Bienvenido el libro aunque sea tarde.