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Twitter y Musk ¿y ahora qué?

No sé muy bien qué me ha llevado a mantener este blog vivo (lo de «vivo» es una forma de hablar, evidentemente.) durante tantos años. Quizá el romanticismo de no dejar morir algo que un día me ayudó a estar al día, a aprender muchas cosas y a conocer a gente que ahora tiene un sitio importante en mi vida.

He intentado usar trucos para seguir publicando. Algunos han funcionado durante un tiempo, otros ni eso.

Y no, no es una sensación nueva esto de no escribir. Ya cuando empecé con Twitter me preguntaban lo mismo y me decian claramente el riesgo que estaba asumiendo.

Me gustaría tener la capacidad (y el tiempo) de Enrique de publicar varias veces al día dando mi perspectiva personal de casi todo lo que se me ponga por delante, la disciplina de Antonio de compartir sin descanso enlaces «enriquecidos», la imaginación de Ícaro de ver lo que nadie ve en las cosas que todos tenemos delante y contarlo como si te susurrara al oído, la constancia de Lucas de seguir llevando a las marcas de la mano día tras día. Pero está claro que sin dedicarle tiempo, esfuerzo y asumir un poquito de riesgo, estas cosas no pasan solas.

De la gente a la que fui conociendo al principio de todo este viaje Raúl sigue activo probando formatos, pero echo de menos las reflexiones sesudas de Fernando, las fotos de Juan Luis, lo que Dioni me hace reflexionar, los análisis de Antonio, los temas que descubro gracias a Julio, la mirada que Rafa nos ofrecía, la densidad de Román, los sorprendentes puntos en común con Ángel… Creo que la velocidad, la brevedad y el poco esfuerzo que nos requiere Twitter nos ha robado muchas cosas. Posiblemente nuestro proceso de maduración personal sea en parte responsable de este cambio.

Si hubiéramos empezado directamente en lo que hoy es Twitter ¿habríamos sido capaces de establecer esas conexiones que establecimos entonces?

Eran tiempos en los que estos soportes nos ayudaban a tener una conversación. Nos escuchábamos para entendernos. Nuestro comportamiento como sociedad en Twitter ha ido cambiando y hemos dejado de escuchar para entender y hemos pasado a escuchar para rebatir. Mal cambio este.

Y esto ya empieza a sonar a cualquier tiempo pasado fue mejor.

No sé si el último culebrón de Twitter con la entrada de Elon Musk va a suponer un cambio, una vuelta a los canales propios, una huída hacia canales nuevos (lo de Mastodon no lo termino de ver, lo de Substack parece «simplemente» el siguiente paso lógico a lo que ya nos dio Blogger y luego otros fueron desarrollando) o el renacer del RSS (ojalá), pero al menos está poniendo claramente en evidencia (una vez más) ese mensaje para algunos novedoso, para otros viejuno, de crear tu campo base en un soporte que no dependa de terceros, y apoyarte en esos canales de terceros para dar a conocer tu contenido y llegar a la audiencia allá donde está.

Yo no sé si publicaré mañana o dentro de seis meses. Sé que cada día me muerdo los nudillos en Twitter para no publicar comentarios que no interesan a nadie, que alguien sacará fuera de contexto o que me acaban llevando a un tema que siempre he querido evitar: la política. Igual dejo de evitarlo, pero de hacerlo, lo haré aquí, donde de cuando en cuando he caído en la tentación.

Al final a pesar del título no he hablado casi de Twitter y nada de Musk. En el fondo me parecen polémicas que nos hacen poner la atención en algo que nos distrae.

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