Sí, llegan esas fechas en las que llega alguien en el departamento de marketing (o de comunicación, o de atención a clientes o de vaya usted a saber qué) de esas empresas que tienen tu dirección de correo electrónico por razones legítimas o no, porque fuiste cliente, o lo eres, o pediste información, o compraron una base de datos o… y que no usan esa dirección de correo electrónico en todo el año, llega alguien, digo, y dice eso de «¿y este año no vamos a mandar felicitación de Navidad por email?».
Y ahí están sacando de algún archivo escondido, con última fecha de acceso de diciembre del año pasado, direcciones de correo de gente que no saben quién es a las que remitir una felicitación (por llamarle algo) con un mensaje genérico, o filosófico, o supuestamente gracioso y «viral».
Nadie comprobará cuántos de esos mensajes se abren, nadie comprobará cuántas direcciones rechazan el mensaje, nadie hará un mínimo seguimiento del envío.
Y así hasta el año que viene.
Felices tiempos del papel, en que estas cosas no pasaban.