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Propiedad intelectual. Alto y claro

Valiente el post de Javier Muñoz sobre propiedad intelectual en Internet, uno de los temas más controvertidos, si no el más, de los que se tratan en cuanto al uso que se está haciendo de las tecnologías a nuestra disposición.

Valiente porque, dice alto y claro, apoyado en un excelente artículo de Ricardo Gómez Cabaleiro, cosas que, gusten o no, son como son, y no como a muchos les gustaría que fueran.

En uno de los comentarios se le tacha de inmovilista a él y a toda la profesión jurídica (de la que a pesar de haberla abandonado hace años no dejo de sentirme parte en cierta forma), y quien dice esto no se da cuenta de que lo que afirma con un sentido negativo no deja de tener su connotación positiva, y es que el hecho de que las leyes en general sean difíciles de mover es algo positivo, ya que lo contrario generaría una inseguridad jurídica que haría muy complicada la aplicación de la norma.

Que las tecnologías permitan cosas que antes no se podían ni siquiera pensar y que la mayor parte de la industria audiovisual no esté siendo capaz de entender ni aprovechar las oportunidades que esto le supone, no quiere decir que deba desaparecer el concepto de propiedad (privada, intelectual, industrial, …) como lo venimos conociendo hasta ahora.

Llegarán (como están llegando) nuevos jugadores al terreno de juego que serán capaces de hacer un uso inteligente de esta nueva tecnología y esto les permitirá crearse un hueco en el mercado e incluso acabar con los anteriores, pero deberán hacerlo respetando las leyes.

No me convence en absoluto el argumento de que es algo «socialmente arraigado». También lo es aparcar en doble fila y (que yo sepa) nadie se queja del inmovilismo de la ley que lo prohíbe.

Y no es que crea que la industria y los autores (y con esto me refiero a una asociación concreta) estén haciendo las cosas correctamente ni que el andar interponiendo demandas, querellas y denuncias vaya a solucionar nada. Es más, creo que dedicando tanto tiempo a «obligarnos» a mantenernos en el pasado están perdiendo la oportunidad de dedicar sus esfuerzos a pensar en el futuro de sus modelos de negocio. Lo que creo es que las tecnologías han abierto una situación de cambio radical, pero que esto no quiere decir que las leyes existentes dejen de tener valor.

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