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A vueltas con la innovación

Miedo al cambio

Veo en El Blog Salmón que a la gente no le gusta la innovación, y no estoy seguro de estar de acuerdo.

O a lo mejor sí lo estoy, pero lo veo desde otro punto de vista.

Yo creo que a la gente lo que le gusta es hacer las cosas como las ha hacho siempre, porque eso le da la sensación de tener seguridad de que sabe qué terreno pisa. Si la innovación me va a hacer salir de mi zona de comodidad lo rechazo, pero no porque no me guste la innovación, sino porque lo que me gusta es estar en casa calentito haciendo las cosas como las he hecho siempre. No es por tanto una actitud negativa hacia algo.

Y en la etapa profesional que ahora termino he vivido todos y cada uno de los días ejemplos vivos de esta situación.

En este proceso de integración de tres estructuras había dos opciones: revisar en detalle lo bueno y lo malo de cada uno, mirar hacia el mercado buscando inspiración y aprovechar esta oportunidad única para crear algo nuevo adaptado a la realidad del mercado y de los clientes (creo que se me ve el plumero), u optar por productos y procesos de una de las tres entidades involucradas y adaptar lo de las otras dos; lo cual tampoco era una mala opción, ya que habiendo sido competidoras hasta hace poco tiempo, cada una había tenido su historia de éxito que la llevó a ser referencia en el mercado.

Y lo está pasando es que, a pesar de haber optado formalmente por la primera, lo cierto es que se ha permitido que la inercia de realizar la integración en la que era la sede de una de las tres estructuras llevara a una «absorción cultural y de procesos» que está diluyendo completamente las otras dos marcas.

Y no se ha hecho por mala fe, sino porque es más sencillo hacer las cosas como ya se sabe hacerlas que ponerse realmente a cuestionar si lo que se está haciendo se puede hacer mejor, con mejor resultado para el cliente, más eficientemente y a un mejor coste, porque esto requiere de un aprendizaje y genera una sensación de falta de control que a muy pocas personas les resulta cómoda.

Sé las ventajas de trabajar como trabajo (o de mis productos, mi estructura, …) y los inconvenientes, pero sé cómo evitar estos últimos porque llevo años conviviendo con ellos. Pero cuando analizo alternativas sólo veo los inconvenientes (el maldito abogado del diablo del que se hablaba en The Ten Faces of Innovation), y no sé cómo mitigarlos.

La innovación es un concepto curioso, porque nadie puede negar sus ventajas, pero cuando tienes que ponerte manos a la obra escuece bastante.

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