Aun seguimos siendo testigos de las consecuencias de la DANA que ha asolado múltiples poblaciones de Valencia y Albacete destrozando vidas. Y lo que queda.
Y me da igual ahora mismo quién era legal, administrativa o políticamente responsable de enviar alertas o de activar protocolos, de, en definitiva, proteger a quienes se iban a ver afectados. El «esto no es de mi negociado» es un problema organizativo (si es que de verdad fue este el motivo) que nunca debería afectar al que necesita el servicio.
Lo que sé es que ha habido quien tenía medios a su alcance para ponerlos al servicio de quien los ha necesitado, y no lo ha hecho, o lo ha hecho con cuentagotas. Porque estaba a otras cosas, no se lo han pedido, o por cálculo político. Me da igual. No lo ha hecho.
Esto es una realidad indiscutible.
Ahora vendrán los políticos y sus medios afines con discusiones y argumentos sesudos tratando de colgarle el cascabel al gato, justificando su inacción, y echando la culpa al adversario político.
Irrelevante.
Uno de los recursos más antiguos del manual de las excusas.
Deberíamos empezar a darnos cuenta de que estamos dando nuestro voto a personas que lo buscan solo para su interés personal. Solo. Exclusivamente. Todo lo que sale de su boca sobre derechos, gobierno, economía… es discurso vacío. Lo dicen solo para garantizarse el cargo, el sillón.
Y cuando antes abramos los ojos los votantes de todo el espectro político, mejor.
Ya lo escribió Galdós en 1876:
Ponga usted la mano sobre el corazón, y dígame si el gobierno y la administración de nuestro país no exigen pronta y radical reforma.
Nadie va a devolver a los afectados sus vidas tal y como eran antes. Intentemos, al menos, que la próxima vez, que la habrá antes o después, quienes estén ocupando los puestos de responsabilidad correspondientes, decidan pensando en los que necesitan ayuda y no en ellos mismos.
¿Por dónde empezaría yo? Pues no lo sé. Realmente no lo sé.