Llegan de nuevo estos días del año en los que la inercia o las convenciones de que algo acaba y algo nuevo empieza nos impulsan a mirar hacia atrás, hacer balance y dar un repaso a lo ocurrido en los últimos doce meses. Yo este año estaba decidido a no hacerlo.
Pero ahora, sentado junto a la chimenea, caigo en la tentación. Al final, no le he hecho mucho caso a este blog durante el año más allá de los resúmenes de enlaces, así que voy a darle un poco de contenido:
Balance profesional
Casi a principios de año comunicaba aquí que, una vez más, me surgió la oportunidad de dar un nuevo giro a mi carrera profesional e incorporarme a una empresa con la que, como cliente, inicié mi relación en el año 2000. Pensé que la oportunidad merecía la pena y desde hace ya meses se ha convertido en mi casa.
Nuevos retos que me han permitido conocer a gente de la que aprendo cada día, viajar con frecuencia a Japón, un país fascinante con el que tenemos más cosas en común de las que me esperaba, y enfrentarme a retos a los que nunca antes me había tenido que enfrentar.
Echo de menos a muchas personas de mi trabajo anterior y sigo pensando en qué habría sido de mí en caso de haberme quedado y haber seguido en el proyecto en el que estaba trabajando allí, pero reconozco que estoy encantado con en cambio.
Me considero muy afortunado porque me levanto por las mañanas sabiendo que tengo por delante cosas interesantes que hacer y gente fantástica con las que enfrentarme a esos retos.
No todo el mundo tiene la suerte de poder decir eso. Esto lo sé muy bien.
Balance personal
Es este el balance que más me cuesta, porque es el que sale de lo más profundo.
Me resulta imposible hablar en singular de mi lado personal. Hace más de veinte años que mi camino no va separado del de mi mejor mitad y no puedo ver nada sin valorarlo en plural.
Aparte del inevitable impacto personal (más para mi familia que para mí, evidentemente) que ha tenido el cambio profesional, también hemos tenido cambios en lo personal. De tener a nuestras tres hijas en casa, con el cambio de curso hemos pasado a tener solo a una de ellas. Ley de vida, supongo. Una de ellas volverá el curso que viene, la otra, …, quién sabe.
Se nos hacen mayores. Nos hacen mayores.
Es gratificante verlas crecer, ganar en independencia y autonomía, aunque también es un poco doloroso ver que pasas de ser la referencia a la que se vuelven buscando todas las respuestas a ser ese gruñón cascarrabias que no se entera de nada. Supongo que en poco tiempo se darán cuenta que no soy ni lo uno ni lo otro.
Entorno social
Complejo año el que hemos vivido.
Año en el que nos hemos acostumbrado al término «posverdad», especialmente en lo relacionado a los acontecimientos de Cataluña de los últimos meses del año.
A pesar el enorme ruido que hemos visto, especialmente en Twitter, he hecho un enorme esfuerzo para no opinar y para no seguir o dejar de seguir a nadie por sus opiniones.
No he opinado porque he considerado que mi opinión no interesaba a nadie y porque el tema está tan polarizado que ninguna opinión habría servido para nada sino para catalogarte definitivamente en un lado o en otro de la contienda; no he seguido o dejado de seguir a nadie porque no he querido que mi visión sobre el tema se viera afectada por lo cercanas o lejanas que me resultaran las diferentes opiniones.
Habrá quien esté de acuerdo y quien no lo esté, pero vamos, como en todo.
Y entre todo esto, he pensado que estoy a salvo de los algoritmos que presentan contenidos adaptados a cada uno porque sigo ignorando lo que me presentan los Facebook y demás y consumiendo contenido fundamentealmente desde Feedly, donde soy yo, y no un algoritmo, quien selecciona las fuentes de las que me bebo.
Conclusión
2017 ha sido un año de cambios, en todos los aspectos.
Espero que 2018 también lo sea, porque en el cambio está la diversión, el cambio es lo único permanente, como dijo Heráclito.
Feliz año. Si puedo hacer algo para ayudarte a que lo sea, cuenta conmigo.