Curioso: en la misma semana en que cierra Reader, Google lanza Keep, un producto dentro de la «moda» de las apps que están teniendo últimamente más notoriedad en lo que podríamos llamar el «público masivo». Herramientas que llevan ya un tiempo en el mercado, que han ido evolucionando gracias a un público muy específico, y que ahora, cada vez más, empiezan a salir de los círculos restringidos de los «primeros de la fila».
Curioso, porque ese colectivo de early adopters o «consumidores especializados» de contenidos digitales a los que ha disgustado profundamente con el cierre de Reader, es más que probable que ya use intensivamente otras herramientas similares que ya llevan un tiempo en danza, y es poco probable que cambie a una nueva, mucho menos viniendo precisamente de la compañía que les ha quitado una de sus herramientas favoritas y por la que han empezado a sentir una cierta animadversión.
No me creo que Google no tenga medido este paso. No me creo que todo esto no sea fruto de una estrategia clara pensando en su modelo de negocio a medio o largo plazo.
Keep viene, de salida, integrado con Google Drive (el Dropbox de Google) y, por supuesto, con Android.
¿Cuánto tardará en ser parte de la suite de Google Apps que está activamente promocionando a través de Google Enterprise?
Porque el modelo de negocio de Enterprise es completamente distinto del modelo tradicional de Google y le puede permitir contar con ingresos más estables (contratos anuales) que los que obtiene actualmente por publicidad, lo que supone un complemento perfecto.
Hubo un momento en el que Google supo capitalizar muy bien a ese público de early adopters, algunos de los cuales llegaron a pagar por tener una cuenta de Gmail cuando Gmail solo era accesible por invitación (allá por la Edad Media digital), y la alternativa a Hotmail eran los Terra y los Yahoo. Repitió el movimiento con Google Wave, y esa expectativa creada por esos «pocos» muy ruidosos posiblemente tuvo algo que ver en la percepción casi inmediata de fracaso.
Tengo la sensación con estos movimientos que Google está tratando de desvincularse de ese colectivo, o que al menos no le importa hacerlo (sean cuales sean las consecuencias) para dirigirse a un público masivo al que no le interesa tanto la novedad del servicio/producto como su «respaldo» por una marca que le resulta conocida (que por cierto es la que crea el sistema operativo del teléfono que está comprando) y su integración con otras herramientas a las que ya se ha acostumbrado.
¿Tiene Google medido el impacto que puede tener la ira de los que antes fueron sus evangelistas? No lo sé, pero en la gran masa están los ingresos, tanto por publicidad como por creación de perfiles de usuario que analizar y que te permitirán vender más y mejor publicidad.