El otro día hablaba con una persona que también ha estado expatriado, y me contaba que a su vuelta se sintió desubicado, como me encuentro yo.
Él lo describió como vivir «el planeta de los simios» y no sólo me hizo gracia, sino que creo que expresa muy bien la situación en la que te encuentras: vuelves al sitio del que saliste, ves caras familiares, pero todo ha cambiado radicalmente. No sólo no entiendes lo que pasa, sino que tienes una constante sensación de haber perdido inexorablemente el tren.
Tu memoria histórica de la compañía tiene un periodo en blanco en el que te lo has perdido todo, es como si dos años de historia hubieran sido borrados de un plumazo de tu cabeza, y es increíble todo lo que puede pasar en dos años.
Y en algunos casos, como el mío, te encuentras además con que oportunidades que identificaste y soluciones que pusiste en marcha se han quedado en el olvido y la organización se sigue planteando cómo afrontarlas porque nadie ha empujado los proyectos que dejaste (cuando no ha dado pasos atrás deshaciendo lo ya hecho).
Pero no es sólo eso. Cuanto más leo a Andrés, más veo el impacto que estos dos años han tenido también en mi «marca personal». Antes, en mi modestia, me invitaban a foros, y se asociaba mi nombre a una serie de conceptos en los que tenía algo que aportar. Ahora no tengo marca, no tengo nada. Tengo que empezar a construir prácticamente desde cero.
Así que manos a la obra, que dicen que el que tuvo retuvo. A construir y recuperar lo perdido.