Me manda mi mujer un interesante el artículo publicado hace unos días en El Mundo bajo el título «La importancia de saber desconectar«. Y hace muy bien.
Supongo que habrá mucho cuestionable en ese estudio, pero mirándome en el espejo, y mirando a algunas de las personas que tengo cerca, en ese artículo se apuntan cuestiones que yo me he formulado en infinidad de ocasiones.
- Los dispositivos móviles han convertido una forma de comunicación asíncrona (el correo electrónico) en síncrona. Antes se mandaba un correo y se esperaba respuesta, ahora hay quien a los diez minutos te llama para preguntarte por qué si tienes una BlackBerry (o equivalente) no has contestado.
- ¿Por qué no se desconecta los fines de semana y vacaciones? Yo siempre digo que porque prefiero mirar el correo un par de veces al día que llegar de vacaciones y tener quinientos pendientes, pero ¿Si no contestara me llegarían tantos?
- ¿Es un trastorno esta «necesidad» de estar siempre en contacto? Lo cierto es que hay veces que me veo comprobando si Gmail se actualiza en la BB o que Gtalk está conectado.
Son muchas cuestiones a las que respondo de forma diferente dependiendo de cuándo me haga la pregunta.
Lo cierto es que está ahí, y no lo podemos parar. ¿Podemos controlarlo?