Creo que no me va a resultar fácil escribir esta reflexión.
Es algo que llevo tiempo diciendo en conversaciones privadas, pero que me cuesta poner por escrito porque no termino de encontrar el tono y la forma adecuados.
Desde hace mucho tiempo veo un enorme paralelismo entre las figuras políticas de Donald Trump y Pedro Sánchez.
Ya lo he soltado. Ahora vamos con la reflexión:
¿Qué es lo que veo?
Veo dos personas con carisma, sin más ideología que sí mismos.
Veo dos personas que han tomado al asalto sendos partidos políticos que posiblemente estaban muy necesitados de un líder carismático y han apelado a lo más básico de los instintos de sus votantes con argumentos que ya estaban casi olvidados, para lograr un apoyo ciego a cualquier cosa que puedan plantear. Lo que sea. Dos personas que han trabajado sin descanso en hacer del frentismo el eje central de la vida política levantando muros, cavando zanjas. Que ponen las instituciones a su servicio. Lo vimos con Trump, y lo estamos viendo con Sánchez.
Diría que veo dos personas que han llegando a convertirse, más que en líderes políticos, en líderes de sectas. De hecho ya decía Yuval Noah Harari en Homo Deus que los partidos políticos son las nuevas religiones.
Ninguno de los dos admite medias tintas: o con ellos o contra ellos.
Ninguno de los dos cuenta con las simpatías de los miembros más tradicionales de sus respectivos partidos.
Y no lo digo como algo bueno ni malo, simplemente como un hecho que yo percibo con claridad.
¿Soy el único que lo ve así?