Todos los días leo artículos relacionados con los últimos avances de la tecnología, y la mayor poarte de ellos están relacionados con el uso de datos personales. Hoy me encuentro con una compañía que hace a sus clientes el favor de permitirles renunciar a que sus datos genéricos se compartan con el FBI, y con una estación de metro en China que permite a sus clientes pagar con reconocimiento facial. Y siendo dos temas radicalmente opuestos: «comparto tus datos hasta que me digas que no quieres que lo haga», frente a «uso tus datos para hacerte la vida más fácil», ambos casos comparten algo: la recogida de datos estremadamente personales por entidades sin ningún tipo de control. He compartido bastantes enlaces últimamente con ese denominador común. Nos dirigimos hacia in mundo en el que nos venden que la tecnología nos ayuda, cuando en realidad lo que avanza es la capacidad de recogida, uso y análisis de datos sobre cada uno de nosotros y esto, con todos los beneficios que nos puede aportar, también supone una capacidad de intromisión que George Orwell ni habría soñado. Me encanta cómo la tecnología nos está aportando capacidades nuevas, pero no me gusta dónde nos está llevando esta tendencia a la recogida y explotación descontrolada de datos. Actualización 17/03/2019 Y no termino de publicar esta reflexión, y me encuentro con este texto en Fast Company: How the tragic death of Do Not Track ruined the web for everyone.
When the noble idea fell apart in the real world, ad networks ceded the field to regulators (to declare what kind of tracking was legal) and ad-blocking technology (which crushes everything it sees)
Creo que es fácil sacar las conclusiones.