Confundir el castigo con la disciplina es un error habitual. Con el castigo, se pretende que los niños se arrepientan de haberse portado mal. La disciplina significa enseñar a desarrollar el autocontrol y el buen criterio.
[…] Cuando se deja a los niños a su libre albedrío, o cuando no se les enseñan buenos modales, sus cerebros no modelan la capacidad de distinguir lo adecuado de lo incorrecto. La disciplina efectiva contribuye a que se desarrollen y el castigo, por sí solo, no tiene necesariamente el mismo efecto.
Vía drgarcia-tornel.blogspot.com
No sé si soy yo solo, es algo generalizado, o incluso una percepción normal según nos hacemos viejos y vemos cómo se comportan las nuevas generaciones, pero tengo la sensación de que «castigo» y «disciplina» son dos palabras que no sólo han pasado a tener una connotación muy peyorativa, sino que los conceptos que denominan incluso han sido marginados de nuestra sociedad.
Dice el Diccionario de la Real Academia en su primera acepción que disciplina es:
¿Qué instrucción (especialmente en lo moral) están recibiendo unas generaciones que se educan frente a la consola y el televisor con juegos violentos y programas basura? ¿Que ven como quienes nos gobiernan se lucran con el consentimiento tácito o expreso de los partidos políticos que les han puesto ahí?
Y seguiremos echando la culpa a «la sociedad», cuando somos los padres los únicos responsables, porque padres (en sentido biológico o social) son los que legislan, los que hacen cumplir las leyes, los que educan a los niños.
Claro, que a lo mejor el problema viene de una generación anterior, y somos nosotros los que hemos perdido la capacidad de transmitir esos valores. Quién sabe.
Actualización:
Y curiosamente hoy mismo en los blogs del WSJ reflexionan sobre un tema con muchos puntos en común.