
En el evento de Innovación, Talento y Seguros al que asistí hace unos días, Oswaldo Lorenzo de Deusto Business School habló de la importancia de que los directivos sean “IT savvy“ (que creo poder traducir por «versado en sistemas» o «con conocimiento de la tecnología») para garantizar el desarrollo del talento en las organizaciones y la adaptación de éstas a los tiempos que corren.
Creo que se quedó corto.
Esa cualidad de ser “IT savvy“ ya no es, como dicen los angloparlantes un «nice to have«, sino un «need to have«. Ya no es algo que es importante, es algo que es esencial.
Vivimos una era en la que la tecnología que nos rodea está al alcance de nuestras manos casi como bienes de consumo. Una era en la que llevamos en el bolsillo dispositivos a los que llamamos «teléfonos», palabra que solo describe una pequeña fracción de sus capacidades.
Pero no debemos caer en el error de dejar que nuestro enfoque en entender y aplicar la tecnología nos oculte la realidad del negocio y sus prioridades.
Como mencionaba en mis comentarios al evento, me encantó conocer el caso de Arcade City.
Arcade City la ha montado un antiguo conductor de Uber que en esta entrevista menciona la clave que le ha llevado a emprender esta iniciativa:
Uber and Lyft are run by nerds in San Francisco. To them, drivers are just numbers.
Traducción personal: Uber y Lyft están dirigidas por tecnólogos de San Francisco. Para ellos los conductores son meros números.
Christopher David, el polémico promotor de Arcade City, ha usado blockchain como base para montar la aplicación, concretamente la plataforma de Ethereum.
Eso es precisamente lo que más me ha llamado la atención de Arcade City: Alguien que, por lo que se deduce de su errática trayectoria profesional, no tiene un perfil marcadamente técnico y que aparentemente ha visto como conductor la operativa de una compañía que se menciona en todos los foros como la encarnación de la innovación disruptiva, utiliza una tecnología que aun está en proceso de maduración para plantear cambios radicales en un negocio que aun no ha terminado de asimilar los últimos cambios radicales que ha sufrido. No lo está planteando uno de esos tecnólogos (nerds o frikis) de San Francisco, lo ha hecho alguien que dice creer que las cosas pueden hacerse de otra forma pensando en quien presta el servicio.
Estamos viviendo un momento en el que tecnología sofisticada e innovadora es tan accesible que «solo» hace falta conocerla para poder usarla al servicio de la empresa para la que trabajas o para emprender una iniciativa empresarial. Una prueba clara nos la dio Egor Tsvetkov hace pocos días utilizando software de código abierto para algo que pensábamos solo estaba al alcance de los científicos de CSI.
¿Cuántos casos más como Arcade City van a aparecer en los próximos meses?
No sé si finalmente tendrá éxito o no, o si no es sino uno más de los intentos fallidos de su promotor, quién sabe, pero lo veo como un clarísimo ejemplo de la capacidad que tiene la accesibilidad que tiene hoy la tecnología para democratizar la innovación y la transformación.