Ahora bien, cuando se analiza el fenómeno con un poco de detenimiento llegan las paradojas. Para empezar se entiende con dificultad que los partidarios de la abolición de la propiedad centren sus reivindicaciones tan solo sobre la propiedad intelectual. ¿No resultaría más interesante, para los que no pueden pagar, la abolición de la propiedad de la comida, de la ropa, o de la vivienda? ¿Por qué negarse a pagar el precio de un libro o de una canción y, sin embargo, pagar sin rechistar el precio del pan, del vestido o de la hipoteca?
Vía elpais.com
No sé por dónde empezar.
Creo que he dejado bastante clara mi postura en varias ocasiones. Aquí, por ejemplo. Aunque el debate de la LES no va de descargas gratis ni de propiedad, va de otra cosa.
Después de leer (y releer) el artículo de Rafael Simancas en El País al cual pertenece el texto que encabeza este post no sé qué pensar.
Puedo pensar que es un demagogo al que se le ha ido la mano.
Puedo pensar también que es un aprendiz de manipulador que cree que sus lectores (y votantes) son tan simples que se van a tragar las tonterías que dice y que puede desviar la atención hablando de propiedad, cuando el debate de la LES, insisto, va de otra cosa.
Puedo pensar también que es simplemente un estúpido que se cree lo que ha escrito.
No sé qué es peor.
Habrá quien me diga: tranquilo, no hay que decidir, es un demagogo manipulador y estúpido, que no teniendo nada mejor que hacer ha decidido echar una mano al partido. Y se la ha echado, pero al cuello.
Y lo que me desmoraliza no es tanto lo que dice, que al final tenemos la suerte de vivir en un país en el que uno puede expresarse con libertad; es el sistema electoral en el que vivimos en el que este señor ha sido candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid, y es portavoz parlamentario del partido que está actualmente en el gobierno; y muy probablemente seguirá en cargos similares porque los votantes de su partido tienen que comulgar con que esté ahí aunque opiniones como las vistas arriba les produzcan náuseas.
¿Cuándo voy a poder decidir a quien doy mi voto? ¿Cuándo voy a poder decir «yo quiero votar a este partido pero no a este señor»?
Por no hablar de la tristeza que me produce que El País publique semejante sarta de chorradas.