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¿A ti te oyen, o te escuchan?

Escuchar

La semana pasada, gracias a una persona de mi equipo, que me lo mandó con un guiño, llegué a este post hablando del caso de una chica a la que su jefe reta a lograr más seguidores que él.

Lo vi como una forma divertida de integrar a una persona en el equipo abriendo con ella temas de conversación más allá del día a día del trabajo y de ponerse ambos al mismo nivel, y eso me gustó. Aunque no me terminaba de convencer usar los seguidores en Twitter como moneda de cambio porque para la chica se convertía en un objetivo en sí mismo, lo vi como algo secundario porque para el jefe no era un objetivo, sino un medio para lograr otra cosa.

Me sorpredió el tono del post, pero no conociendo ni a los protagonistas ni al autor del blog, no le di mayor importancia, le dije a quien me lo mandó que se lo tendría que trabajar un poco más para sacarme del despacho, nos reímos un rato y hasta ahí llegamos.

Al día siguiente vi con sorpresa, no solo que El Confidencial se hacía eco  sino que, además, varias personas a las que sí conozco y cuyo criterio suelo valorar en lo relacionado con el uso de internet (y por tanto de medios sociales), lo consideraban positivamente y lo ponían como ejemplo.

No estoy de acuerdo con la valoración positiva ni con ponerlo como ejemplo.

Cuando parece que empezamos a lograr que se empiecen a escuchar los argumentos de que lo importante no es el número de seguidores sino otras variables, volvemos a echar todos los esfuerzos por tierra poniendo como ejemplo un caso más de poner por delante los seguidores antes que ninguna otra cosa y sin ningún objetivo ulterior.

(Inciso para los que me digan que en ambos enlaces se valoran también otras cosas: si el centro de la noticia fuera la gestión de personas -que es donde yo creo que está el valor- no se dedicaría la mayor parte del espacio a hablar de la estrategia seguida para lograr más seguidores).

Dejadme que os cuente un secreto: ¡Los seguidores se compran! Si ese es tu objetivo lo tienes muy fácil (y barato).

Siento si esta afirmación supone una sorpresa para alguien y leerlo le derrumba algún mito, valga en mi descargo que ya se ha escrito sobre esto largo y tendido.

Se compran, sí, y hay muchas tácticas para ello. Desde comprar directamente (como ir al kiosko y comprar el periódico), a regalar iPads, pasando por las listas o herramientas de autofollow, las donaciones por cada nuevo seguidor o la compra de cuentas que ya los tienen y renombrarlas.

Creo sinceramente que a estas alturas no debemos seguir insistiendo en nada que se centre única y exclusivamente en el número de seguidores en Twitter (o en ningún otro sitio). ¿Es lo fácil? Sin ninguna duda, pero normalmente lo que se mide con medidas fáciles no nos ayuda a llegar muy lejos.

No sé cómo hemos acabado hablando de conceptos de gestión de medios sociales como consecuencia de una broma interna de un departamento que no debería de haber ido más allá. No sé cómo hemos olvidado que el objetivo no es que se nos oiga sino que se nos escuche, y tener muchos seguidores (con suerte) solo garantiza lo primero. Para lo segundo nos lo tenemos que trabajar un poco más y empezar por pensar qué podemos «contar» que interese a aquéllos por los que queremos ser escuchados.

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