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¿Abrazas el cambio o tienes miedo?

Este post se ha escrito para su publicación simultánea en Anotado y en el blog de Territorio creativo.

Hace años leí en algún sitio esta historia:

En una de esas antiguas corralas madrileñas estaban los operarios de la compañía del gas instalando las tuberías para empezar a ofrecer su servicio, cuando una de las vecinas sacó la cabeza por su ventana y gritó “¡sinvergüenzas, estáis dejando sin trabajo al butanero!” a lo que uno de los operarios contestó: “Sí señora, como él hizo con el carbonero”.

Es una historia que he utilizado en multitud de ocasiones para ilustrar una realidad: hay momentos en los que se producen cambios tan disruptivos que hay negocios que nunca vuelven a ser igual a como fueron. No es que se produzcan mejoras que se pueden adoptar con mayor o menor esfuerzo, es que cambia radicalmente la forma en la que el usuario final accede a algo y eso es devastador para quien ha estado facilitando ese acceso si no tiene la agilidad para ver venir el cambio y reinventarse.

Cuando hace más de diez años se empezaron a popularizar herramientas (hoy llamadas “sociales” o 2.0) que ponían la publicación en Internet al alcance de cualquier persona y prácticamente gratis, pocos éramos capaces de vislumbrar la tremenda revolución que esto iba a suponer.

Los cambios que se habían vivido anteriormente en la comunicación (escritura, imprenta, radio, televisión, …) habían supuesto modificaciones importantes, básicamente reduciendo costes y aumentando alcance, pero ninguno había tenido el efecto radicalmente transformador que supusieron aquellas herramientas: desde entonces cualquier persona tenía la posibilidad de publicar cualquier cosa y hacerla accesible a cualquier usuario de la red en cualquier rincón del mundo (hablando, claro, de quienes están en el lado conectado de la “brecha digital”).

Releamos las palabras destacadas en negrita:

  • Cualquier persona
  • Publicar cualquier cosa
  • Accesible a cualquier usuario
  • Cualquier rincón del mundo

Nunca antes el “usuario común” había tenido la oportunidad de comunicar con el mismo impacto potencial que las empresas y los grandes medios de comunicación.

Hace casi un año, Fernando Polo decía que “Lo social no es moda, es hábito”. Y yo, digo que es algo más. Es un cambio absolutamente radical en la forma de comunicarnos. Y como el gas natural que sustituyó al butano (y éste al carbón), ha venido a quedarse (al menos mientras no aparezca algo que lo relegue).

Un cambio que realmente demostrará su potencial cuando se deje de ver como novedad; cuando dejemos de hablar de “social” o de “2.0” como algo distinto a nuestra realidad personal y profesional. Un cambio que ya tenemos en nuestras manos al usar herramientas que ya forman parte de nuestro día a día. Un cambio que será natural cuando no haga falta hablar con un tercero (departamento o agencia) para usar los “medios sociales” para dar una nueva dimensión de una campaña, atender a nuestros clientes, escuchar a nuestra comunidad, a nuestros accionistas, comunicar lo que hacemos, lo que somos, lo que queremos ser…

Hay empresas que ya lo han entendido. Hay empresas que lo entendieron hace tiempo. Y lo demostraron donde se demuestra que las cosas se han asumido de verdad: en los sistemas de comunicación internos. Empresas como Bankinter, que ya hace más de quince años utilizaba herramientas sociales para dar a todos los empleados la oportunidad de comunicarse de igual a igual y que hoy no entienden la comunicación interna sin ellas. Empresas como Everis, de la que Dioni Nespral revelaba ayer que tiene 2.800 miembros y 180 grupos de trabajo en su Yammer.

Mantener una política “cosmética” hacia entornos sociales externos está al alcance casi de cualquier empresa sin grandes cambios en su organización, ejemplos de estos los estamos viendo todos los días; pero utilizar herramientas sociales internamente supone de un compromiso de transparencia y transformación que no todos pueden afrontar por los cambios estructurales que requiere en todos los niveles y áreas de negocio por igual.

Son muchas las empresas que actualmente están implantando herramientas internas de comunicación sobre plataformas con componentes «sociales» como Yammer, Socialcast, Jive, y otras muchas. Pocas, sin embargo, son las que realmente están dispuestas a asumir los cambios que implican. Y es que hacia el interior, no hay community manager que pueda vertebrar ni dinamizar un entorno que no cuenta con el compromiso real, comprobable y diario de quienes ocupan los niveles más altos de la organización y que son la referencia para todos los demás.

En nuestro día a día personal las herramientas sociales son ya comunes. ¿Cuánto más vamos a esperar para que en nuestro día a día profesional lo sean también?

En muchas organizaciones los mismos que asumimos el cambio fuera, lo rechazamos dentro, y es que el cambio produce miedo. Pero como dijo el General Patton,

“El momento de escuchar a los miedos es antes de tomar una decisión de combate importante. ¡Ese es el momento de escuchar a cualquier miedo que puedas imaginar! Cuando has recopilado todos los hechos y miedos y tomado una decisión, ¡apaga todos tus miedos y avanza!»

Escuchemos nuestros miedos, y una vez hecho, actuemos.

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